miércoles, 15 de abril de 2009

La formación TIC en la empresa

El otro día, navegando por mis páginas de RRHH, para estar al día de qué se cuece en este ámbito en el que me muevo, encontré un artículo que viene muy al hilo del tema que nos ocupa en este blogs y que no es otro que el de la formación e-learning y me llamó la atención la reflexión que plantea su autor sobre el objetivo que persigue esta formación en el seno de la empresa y el miedo que el acceso a las TIC genera en los empleados, sobre todo quienes no están tan familiarizados con esta tecnología.
Quizás no esté de más acercar este artículo a quienes podamos ser responsables a la hora de diseñar algún tipo de curso enfocado sobre todo hacia la formación de trabajadores teniendo siempre presente las dificultades con que se encuentra el público destinatario. Muchas veces podremos desconocer qué utilidad tiene el curso, no ya para el alumno sino para el entorno y el ámbito de la empresa a la que pertenece.
Aquí expongo el artículo literalmente y espero que su reflexión nos pueda ser de utilidad.

“Formación en TIC, ¿obligatoria o voluntaria?”
Por José Antonio Prades. Experto en Desarrollo Directivo

Bajo el título de cursos innombrables, realizados a partir de metodologías de blended learning o e-learning, los empleados, especialmente los más veteranos, inician un camino desconocido para conocer de qué trata esto de las nuevas tecnologías.
Aunque a algunos pueda extrañarles, la sensación de “no entender nada” suele ser el primer sentimiento que pasa por la cabeza de la mayoría de estos ‘alumnos’, pero el silencio las cubre por temor a que sus ‘superiores’ se enteren de que las desconocen y de que no saben ni cómo funciona lo que algunos denominan ‘autoevaluación online’.
¿La razón?, simple, porque toda formación tiene una evaluación y para muchos puede significar el primer paso para estar fuera de la empresa si no responden a las ‘expectativas’ de la organización, más, si desconocen de qué va el mundo de Internet y las nuevas tecnologías.
La voluntariedad de los empleados a participar en acciones formativas se puede ver limitada por el temor a suspender o por pensar que serán cuestionados. Incluso su aprensión por estas iniciativas, implantadas desde RRHH, aumenta todavía más si nadie, en los días que dura el curso, se les acerca para preguntarles si van por buen camino o si se han perdido en la extraña dimensión de la ‘Red’.
Quienes finalizan estos cursos, casi siempre por puro amor propio antes que por la ayuda recibida, llegan a demostrar un gran avance en su integración con las llamadas TIC. Sin embargo, terminan con la sensación de que fueron más un objeto que un objetivo. Agravado, esto sí, cuando acaban el curso, aparecen las mismas personas que con cara sonriente les dieron la bienvenida, pero que luego, por arte de magia, desaparecieron a la segunda hora de clase.
Por tanto, aunque nos felicitemos entre nosotros por el éxito de la implantación de las iniciativas formativas, detengámonos un momento y acerquémoslas a quienes las han recibido, hagamos caso a las opiniones recogidas en las evaluaciones del curso y, en el caso de volver a intentarlo, demostrémosles que la formación en las TIC es para ellos y no para nosotros.



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